La apacible (y amenazada) Vík í Mýrdal en Islandia


En el extremo sur de la región de Suðurland, atravesada por la Hringvegur (la carretera de circunvalación de la isla) se encuentra la pequeña población de Vík í Mýrdal. A pesar de contar con tan sólo unos 300 habitantes, se trata del mayor núcleo urbano en unos 70 kilómetros a la redonda.



Muy cerca de Vík í Mýrdal, en dirección norte, está el glaciar Mýrdalsjökull, que cubre con una capa de hielo de unos 200 metros de espesor al temible Katla. Este volcán, con una caldera de unos 10 kilómetros de diámetro, es uno de los más poderosos de Islandia. Su última erupción, que tuvo lugar en 1918, provocó un jökulhlaup (inundación glaciar) que amplió la línea de costa en unos 5 kilómetros.

Dado que sus períodos entre erupciones son bastante cortos, el Katla representa una amenaza constante para los habitantes de Vík í Mýrdal, por lo que está cuidadosamente monitoreado.



La preciosa iglesia de la localidad, llamada Víkurkirkja, es el lugar designado como punto de encuentro ante cualquier síntoma de actividad. Al estar situada en lo alto de una colina, se cree que sería el único edificio del pueblo que sobreviviría a un jökulhlaup.



En dirección sur, Vík í Mýrdal se abre hacia el océano. La playa de arena negra se extiende a los pies de la localidad en la ladera este del monte Reynisfjall, ofreciendo unas vistas maravillosas del acantilado y las agujas de Reynisdrangar adentradas en el mar.



Existen leyendas sobre estas formaciones rocosas. Una de ellas cuenta que desde Hálsanefshellir, la cueva a los pies del acantilado del monte Reynisfjall, salieron los trolls Skessudrangar, Landdrangar y Langhamrar para intentar arrastrar hacia la orilla un gran barco que había quedado varado. El amanecer les sorprendió empeñados en la tarea y con los primeros rayos del sol quedaron convertidos en piedra.



Nosotros los contemplamos con los últimos rayos del día, en un interminable atardecer tan propio de estas latitudes.


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