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Mostrando entradas de diciembre, 2022

Calton Hill en Edimburgo o la Atenas del norte

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No nos hemos atrevido con Arthur’s Seat pero Calton Hill es otra cosa. De las tres colinas volcánicas en el centro de Edimburgo que comparten origen y edad (millón de años más, millón menos) Calton Hill es la de menor altitud. La supera por muy poco Castle Rock, la impresionante roca donde se asienta el castillo, y ambas son sobrepasadas ampliamente por Arthur’s Seat, localizada en medio del extenso Holyrood Park. La subida a Calton Hill desde Waterloo Place ha sido sorprendentemente fácil. Tras haber cruzado el Regent Bridge, que hasta ahora solo habíamos visto desde abajo, y pasar junto a los oscuros muros del cementerio de Old Calton, hemos encontrado un corto tramo de escaleras que nos ha conducido en un momento al sendero que rodea la colina. Además de por las vistas, este sendero de circunvalación es especial ya que ha sido uno de los primeros paseos públicos en Gran Bretaña creados específicamente para el esparcimiento de la gente. Fue David Hume (1711-1776), el gran filósofo na

Ross Fountain en Edimburgo: por amor al arte (y a la industria)

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Daniel Ross, reputado fabricante de armas, nació en Edimburgo en 1791. Bien conocido en su ciudad natal, el buen Old Daniel amasó una considerable fortuna que le permitió vivir bastante holgadamente. Entre sus intereses estaban el arte y las ciencias naturales. En 1862, cuando ya efectivamente era un hombre de avanzada edad, visitó la Exposición Universal de Londres. En la exhibición había una muestra de los trabajos procedentes de la fundición de Antoine Durenne en Sommevoire (Francia). Uno de ellos en particular, por su excelente manufactura y su valor artístico, sintetizaba de manera perfecta el tema de la exposición: industria y arte. Se trataba de la fuente ornamental que Durenne había realizado en colaboración con el escultor Jean-Baptiste Jules Klagmann. La fuente, titulada Le mariage de l’Art et l’Industrie , fue objeto de admiración general. Daniel Ross quedó ciertamente impresionado, tanto que decidió comprarla para regalársela a Edimburgo. Era un gesto de agradecimiento a la