Las vicisitudes en la vida del Ágora Antigua de Atenas


Desde el Templo de Hefesto continuamos nuestra visita al Ágora Antigua.

El ágora era el centro de la vida política, comercial, administrativa y social de la antigua Atenas. En otras palabras, era el corazón de la ciudad.

Sin embargo, este lugar limitado al sur por la colina del Areópago y al oeste por la de Kolonos Agoraios, había sido ocupado sin interrupción desde mucho antes de convertirse en área pública.

Ya desde el Neolítico la zona había estado permanentemente habitada. Además, las excavaciones han sacado a la luz tumbas que datan de la época micénica (1600-1100 a.C.) y de la edad del hierro (1100-700 a.C.).

 

Fue en el siglo VI a.C. cuando este espacio llano, atravesado en diagonal por la Vía Panatenaica, comenzó a verse gradualmente rodeado de edificios públicos y santuarios.


Para el siglo II a.C., tras haber pasado por distintas fases de reparaciones y remodelaciones, el ágora había adquirido finalmente su forma rectangular.

Posteriormente, ya en época romana, todavía sería objeto de más reconstrucciones y añadidos.

En época de Augusto se edificó en medio de la plaza el Odeón de Agripa. Asimismo, otros monumentos fueron trasladados hasta aquí desde su emplazamiento original, como es el caso del Templo de Ares (recordamos que se le atribuye al arquitecto del Templo de Hefesto) o el Altar de Zeus Agoraios, cuya ubicación inicial era la colina de Pnyx.

 

En cuanto a las estatuas de tritones y gigantes del Odeón de Agripa, hay que tener en cuenta que son de una época posterior. Corresponden a una reconstrucción llevada a cabo después de que el edificio colapsara alrededor del año 150 d.C.

 

El emperador Adriano, gran admirador de la cultura griega, también dejó su huella en el ágora. A él se debe la construcción del Ninfeo, localizado en la esquina sureste. Frente a este monumento estaba la estatua de Adriano en atuendo militar.

Se conserva el torso, que actualmente se puede ver bajo el Templo de Hefesto. Es interesante el relieve de la armadura: sobre la loba que amamanta a Rómulo y Remo se encuentra Atenea, flanqueada por dos Nikés aladas.

 

A lo largo de los siglos, el ágora de Atenas sufrió numerosas destrucciones y saqueos. Algunas fechas ya nos van sonando: en el 480 a.C. fueron los persas, en el 86 a.C. Sila y en el 267 d.C. los hérulos.

Tras esta última, se construyeron nuevas defensas que dejaron al ágora fuera del recinto fortificado.

A pesar de haber perdido su función como lugar público, la zona seguiría estando habitada y volvería a ser objeto de diversas incursiones bárbaras. Tras la de los eslavos, a finales del siglo VI, fue gradualmente abandonada.

No se recuperaría hasta el siglo X. De esta época es la iglesia bizantina de Agioi Apostoloi, una de las más antiguas de Atenas.


 

Esta iglesia, que junto con el Templo de Hefesto es de lo poco que se conserva más o menos intacto en el sitio arqueológico, se construyó sobre las ruinas del Ninfeo de Adriano.


 


 

Otro edificio que luce como nuevo en el Ágora Antigua de Atenas, es que es nuevo (más o menos). Se trata de la Stoa de Atalo.


 

Construida originariamente entre los años 159 y 138 a.C., fue un regalo a la ciudad por parte de Atalo II, rey de Pérgamo, que había estudiado en Atenas.


 

La stoa, emplazada en el lado este, funcionaba como lugar de reunión y centro comercial.


 

El monumento fue enteramente reconstruido durante los años 1953-1956 con el objeto de albergar los hallazgos de las excavaciones del ágora.

 

Las piezas que se exhiben en sus dos pisos abarcan un período de tiempo que comprende desde el Neolítico hasta la época post-bizantina.

El Templo de Hefesto desde el segundo piso de la Stoa de Atalo

 
El Observatorio y la iglesia de Agia Marina desde el segundo piso de la Stoa de Atalo

Las excavaciones han recuperado un área bastante extensa del Ágora Antigua. Sin embargo, la parte norte ha quedado atravesada por la línea del metro. Son visibles las ruinas de la Stoa Basileios aisladas al otro lado de la vía.

Otros restos han tenido peor suerte. Los trenes pasan por encima del Altar de los Doce Dioses. Considerado en la antigüedad el corazón de Atenas, constituía el punto cero desde el que se medían todas las distancias.

 

A pesar de que la visita al sitio arqueológico del Ágora Antigua requiere hacer un buen ejercicio de imaginación (personalmente lo encuentro estimulante), ha sido un verdadero placer recorrer un lugar tan cargado de historia.


 

  

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