El Templo de Atenea Niké, la perla de la Acrópolis de Atenas



En el lado suroeste de los Propileos, sobre una antigua torre micénica, se encuentra el más pequeño y mejor preservado de los edificios de la Acrópolis: el Templo de Atenea Niké.



Construido con mármol pentélico, como el resto de los edificios de la Acrópolis, este templo destaca por su elegancia, a pesar de su reducido tamaño.



Erigido en el lugar que ocupaba un antiguo santuario destruido por los persas en el 480 a.C., el Templo de Atenea Niké es obra de Calícrates, el mismo arquitecto que participó (junto con Ictino) en el proyecto del Partenón.



Los trabajos de construcción de este esbelto templo, el primero enteramente jónico de la Acrópolis, se llevaron a cabo después de completarse el Partenón y los Propileos, habiendo finalizado alrededor del año 420 a.C.



En su interior, el templo albergaba el xoanon (estatua de madera) de Atenea personificada como Niké (victoria). Normalmente, Niké tiene alas. Sin embargo, la de este templo carecía de ellas. Pausanias, el periegeta del siglo II, la llamó Áptera (sin alas) y explicaría que esta estatua de la diosa no las tenía para que nunca pudiera abandonar la ciudad.

Si se intenta imaginar lo que significaba para la gente de la época en que se construyó este templo, hay que recordar que su vida estuvo marcada por las guerras: la victoria sobre los persas había tenido lugar poco más de medio siglo antes y por aquel entonces se encontraban ya inmersos en la Guerra del Peloponeso (que acabarían perdiendo).



El friso que rodeaba el templo estaba decorado con relieves que representaban una asamblea de dioses en su lado oriental y escenas de batalla en los restantes. Algunos de los fragmentos que se conservan están expuestos en el Museo Británico, mientras que el resto los podremos ver después en el Museo de la Acrópolis (los que vemos aquí son copias).

En cuanto a los frontones, perdidos en su mayor parte, se cree que representaban la gigantomaquia en el lado oriental y la amazonomaquia en el occidental.



También en el Museo de la Acrópolis veremos los relieves que se conservan del parapeto que se construyó al borde de la torre sobre la que se asienta el templo. En ellos se representan victorias aladas preparando sacrificios para la diosa Atenea, sentada sobre una roca. De todas ellas, la más famosa es la exquisita Niké ajustándose la sandalia.

Pero todo a su tiempo, que no hemos terminado con la Acrópolis. De momento seguimos aquí, conscientes del privilegio que es poder disfrutar de sus hermosos monumentos y las magníficas vistas.


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