En Brujas (parte 2)
Se diría que entre la Jan Van Eyckplein y la Sint-Jakobsplein, en el centro histórico de Brujas, existe una línea imaginaria, una especie de límite que las multitudes nunca llegan a traspasar. Y es una lástima, porque las calles que hay más allá desprenden mucho encanto, ese al que la ciudad ya nos tiene acostumbrados, y pese a ello no tienen apenas gente. Aunque, bien mirado, tanto mejor para los que deciden perderse por allí, ya que pueden disfrutar en exclusiva de un gran privilegio.
Es más, también hay canales. De esos tan propios de aguas mansas. Y en este caso realmente lo son, ya que no se ven turbados por el paso de los barcos. Son los llamados canales interiores, que, para ser exactos, consisten en una sola vía fluvial en forma de arco, cuyos tramos van cambiando de nombre. Así se suceden, de este a oeste y a contracorriente, el Gouden-Handrei, el Augustijnenrei y el Speelmansrei.
Los canales interiores se excavaron durante los años 1127-1128 con la intención de crear un foso defensivo en torno a la ciudad. Para completarlo se aprovechó el río Reie, o mejor dicho, varios canales a lo largo de su curso original (el afán de domesticar el agua siempre fue constante). Gracias a todos estos canales, con la ayuda de un mapa, es fácil hacerse una idea de la extensión del núcleo urbano de la época.
En fin, el mapa está en el bolsillo y yo aquí, en un puente sobre uno de los canales interiores, al borde mismo de la ciudad del siglo XII. El canal es el Speelmansrei y el puente, el Ezelbrug (puente del asno).
Como dos opuestos que se complementan, el Ezelbrug y el Blinde-Ezelbrug, se ubican uno en cada extremo del primitivo cinturón de agua. De esta parte, el casi ignorado puente del asno a secas. De la otra, el archifamoso puente del asno ciego.
El Blinde-Ezelbrug está justo detrás del Burg, la plaza más importante de Brujas después del Markt.
Históricamente, el Markt era el centro del comercio de la ciudad. En el Burg, por su parte, se concentraba el poder. Desde su mismo origen fue así, porque aquí se levantó el castillo amurallado de los condes de Flandes, que ya no existe.
Tampoco se conserva la primera catedral que tuvo Brujas (en su lugar hay ahora buenos árboles con mucha sombra). El que sí continúa en pie, y aún funciona como tal, es el ayuntamiento. Construido entre los años 1376-1421, se distingue por ser uno de los más antiguos, además de haber servido de inspiración para otros de la región de Flandes.
En el lado oeste del Burg se localiza la famosa Basiliek van het Heilig Bloed (Basílica de la Santa Sangre). Y es famosa porque en su interior se guarda una reliquia de gran valor sentimental para los habitantes de Brujas. Según se dice, la trajeron los cruzados de Tierra Santa y consiste en una tela empapada con la sangre de Cristo.
El gran edificio de fachada neoclásica en el lado opuesto de la plaza fue la sede del Brugse Vrije (Franconato de Brujas). Desde ahí se gobernaban las ricas tierras del Franconato de Brujas (una extensa área agrícola en las afueras).
Encajada entre el Brugse Vrije y el ayuntamiento, está la Oude Civiele Griffie (Antigua Escribanía Civil). Este edificio es especial por la integración de elementos renacentistas en una estructura gótica, algo extraordinariamente novedoso en estas tierras para la época de su construcción (1534-1537).
De todas las vías para salir del Burg, la más fácil de pasar por alto es la galería comercial Ter Steeghere, que conduce a la parte trasera del complejo Lakenhalle-Belfort (recordamos que este es el edificio gigante cuya fachada principal domina el Markt).
Una vez allí se puede girar a la derecha en dirección al Markt, la plaza mayor de Brujas, o bien a la izquierda hacia el tramo de canales más popular, donde se unen el Dijver y el Rozenhoedkaai. O también se puede continuar de frente por una calle menos transitada, el paseo amenizado por casas bellamente restauradas.
Es la calle Oude Burg, que conduce, sin que exista riesgo de perderse, hasta la Simon Stevinplein. Esta plaza, siempre tan concurrida, está dedicada a uno de los hijos ilustres de la ciudad de Brujas, el ingeniero y matemático Simon Stevin (1548-1620).
Muy cerca se encuentra la antigua casa palaciega de otro hijo ilustre de Brujas.
Lodewijk van Gruuthuse fue un noble y militar, además de bibliófilo y mecenas de las artes que vivió en el siglo XV. Descendía de una poderosa familia que había amasado su fortuna gracias al gruut (en español, gruit).
El gruut, o gruit, consistía en una mezcla de hierbas, normalmente secreta, que se utilizaba para aromatizar la cerveza. Con el tiempo sería sustituido por el lúpulo, pero en la Edad Media era todavía un ingrediente clave en la elaboración de una bebida poco menos que esencial. Y la familia Gruuthuse tenía el monopolio.
Entre las propiedades de los Gruuthuse había una mansión muy bien situada (justo al lado está la Onze-Lieve-Vrouwekerk, la iglesia de la alta torre). Es aquí donde aparece Lodewijk, que fue quien amplió la gran casa familiar y la dotó de su mayor esplendor. Incluso hizo construir una lujosa capilla que estaba conectada a la iglesia (de este modo podía asistir a misa sin mezclarse con la gente y sin salir de casa).
Una serie de restauraciones y reconstrucciones llevadas a cabo entre finales del siglo XIX y principios del XX han devuelto al antiguo palacio de los señores de Gruuthuse la grandeza que tuvo en los tiempos en que Lodewijk era su orgulloso propietario. Ahora es un museo de artes aplicadas.
Sobre la entrada aparece Lodewijk van Gruuthuse mirando desafiante desde su caballo, encima de su lema inscrito: Plus est en vous. La estatua no fue un encargo del propio Lodewijk, sino que es de principios del siglo XX.
Hubo un tiempo en que los dominios de los Gruuthuse ocupaban un área mucho mayor e incluían lo que ahora es el Arentshof (otra antigua casa señorial con un jardín), extendiéndose hasta la actual calle Groeninge. Esta es otra muestra de calle recogida con mucho encanto, de esas que tanto abundan en el casco viejo de Brujas. Además, ofrece un regalo inesperado bajo la forma de pequeño canal escondido.
La calle Groeninge conduce al divino Dijver, el paseo arbolado que discurre a lo largo del canal del mismo nombre.
El Dijver (la vía de agua) forma parte del curso original del río Reie (y del cinturón defensivo de 1127-1128 del que hablábamos antes). Un poco más allá tuerce formando una L. Esa esquina es el famoso Rozenhoedkaai, el muelle del rosario, que todo el que viene a Brujas conoce muy bien.
Ahora que ha salido un poco el sol y por fin han dejado de circular los barcos turísticos (no es una queja, yo también he montado en uno) el canal desde el Rozenhoedkaai se ha convertido en un vasto espejo de aguas tranquilas.
Por el Rozenhoedkaai se accede a la Huidenvettersplein, una placita muy resguardada que siempre está llena de gente. Esta es la antigua plaza de los curtidores, el lugar donde trabajaban y tenían su casa gremial. Los leones de la columna, que no tienen nada que ver, se conocen cariñosamente como Stellaatje y Stillietje.
Si la entrada a la Huidenvettersplein es por el Rozenhoedkaai, la salida tiene que ser por el Blinde-Ezelbrug, el puente del asno ciego, opuesto y complementario de aquel puente del asno a secas de hace un rato.
Total, que aquí estoy yo, de nuevo en el borde mismo de la ciudad del siglo XII, en otro puente sobre otro canal. ¿Cuál me gusta más? Por favor, que nadie me obligue a elegir.
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