Escocia: las vistas desde el National Wallace Monument en Stirling
Apenas hemos llegado a Stirling y tenemos ya la ciudad a nuestros pies (no en sentido figurado, claro está), extendiéndose sobre la amplia llanura del serpenteante Forth.
Todavía no hemos explorado el casco antiguo pero reconocemos con facilidad el castillo, encaramado sobre una colina solitaria en la orilla opuesta. Debajo, si aguzamos bien la vista, conseguimos localizar el viejo puente de piedra, de gran importancia histórica por haber sido durante siglos el más próximo a la desembocadura del río (hay que pensar en el enorme obstáculo que debía ser su estuario).
A nuestra espalda, en dirección norte, el paisaje es muy distinto pero igualmente espectacular. Las Ochil Hills, elevándose como una gigantesca ola petrificada, son una maravillosa explicación visual del motivo por el que Stirling, con su estratégico puente bien defendido por el castillo, se consideró siempre la entrada a las Tierras Altas de Escocia.
Para obtener estas vistas tan privilegiadas hemos subido muy arriba. Primero hasta la cima de Abbey Craig, una colina volcánica en las afueras de la ciudad, y luego hasta lo alto del National Wallace Monument, una romántica torre erigida en memoria del más legendario de los héroes nacionales de Escocia: William Wallace.
El mirador está inspirado (ya nos damos cuenta sin que nos lo diga nadie) en el chapitel de la catedral de Saint Giles de Edimburgo.
Durante el ascenso a la torre hemos recorrido varias salas muy instructivas dispuestas en tres niveles. En ellas se explica no solo la vida y hechos de William Wallace (y, de paso, de otros escoceses notables), sino también la historia del propio edificio.
En el siglo XIX, cuando se planteó la construcción de un gran monumento dedicado a Wallace, no faltó el debate acerca de su posible ubicación. Principalmente dos ciudades, Glasgow y Edimburgo, se disputaban el honor. En cuanto a Edimburgo, no es una sorpresa enterarse de que se propuso la colina (adivina cuál) de Calton Hill.
Se puede decir que la discordia se resolvió con una solución intermedia, ya que Stirling está a mitad de camino entre Glasgow y Edimburgo.
Pero sinceramente es difícil imaginar un lugar más apropiado. La colina de Abbey Craig domina la franja de tierra donde William Wallace obtuvo su mayor victoria, en uno de los enfrentamientos más famosos de las guerras de independencia escocesas: la batalla del puente de Stirling.
El puente en cuestión no era exactamente el de piedra que vemos ahora. El de entonces, situado unos pocos metros río arriba, era de madera y tan estrecho que solo permitía el paso de dos jinetes a la vez.
El 11 de septiembre de 1297, los ingleses, del lado del castillo y en absoluta superioridad numérica, decidieron cruzar el Forth para presentar batalla. En esta parte, apostados en Abbey Craig, esperaban los rebeldes escoceses, observando pacientemente el lento avance del ejército enemigo a través del puente. Y no atacaron hasta que lo tuvieron convenientemente dividido entre las dos orillas.
Para los ingleses, atrapados en una curva muy cerrada del río y obligados a defenderse en un terreno blando muy poco apropiado para su caballería pesada, fue una masacre.
Cuenta la historia que uno de los comandantes ingleses muerto en la batalla, Hugh de Cressingham, fue desollado y su piel usada como trofeo. Con ella se hizo Wallace un cinturón para su espada. La hemos visto (la supuesta espada, no la piel) en una de las salas del monumento: solo podemos decir que es enorme.
La venganza por la humillación sufrida en Stirling terminaría alcanzando a Wallace, que jamás cejó en su empeño de resistirse a los invasores. En 1305, traicionado por un noble escocés que se había pasado al otro bando, fue capturado y ejecutado.
Su muerte, sin embargo, no hizo sino alimentar la leyenda, que ha crecido con el tiempo hasta traspasar fronteras.
En la cima de Abbey Craig, fuera ya del National Wallace Monument, caigo en la cuenta de una cosa. Aunque nunca sabré qué aspecto tenía exactamente William Wallace, ya no le pongo la cara de Mel Gibson.
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