Edimburgo: una miscelánea en el Museo Nacional de Escocia
El Museo Nacional de Escocia, en el centro de Edimburgo, contiene un buen número de hallazgos arqueológicos y objetos relacionados con la historia de Escocia. Pero esto no es todo: según los responsables, su intención es mostrar Escocia al mundo y el mundo a Escocia. Con este objeto se han reunido bajo un mismo techo colecciones muy variadas que abarcan campos tan diversos como ciencia y tecnología, historia natural, arte y diseño y culturas del mundo.
El carácter ecléctico del museo se hace patente también en su arquitectura. El edificio consta de dos secciones, una muy moderna del año 1998 y otra de estilo victoriano que se construyó en la segunda mitad del siglo XIX. El interior de esta última es maravillosamente sorprendente: la elegante y luminosa Grand Gallery, inspirada en el Crystal Palace de Londres, ya merecería por sí sola una visita.
Dado que no es necesario rentabilizar el precio de la entrada, que es gratis, se puede hacer una pequeña selección de las salas a recorrer y dejar algo para otra ocasión. Lo que casi nadie se pierde es The Millennium Clock Tower, en la sección Discoveries. Este reloj, una compleja estructura con engranajes al aire y figuras móviles, está realizado en su mayor parte con materiales de desecho. En sus más de diez metros de altura se suceden varios niveles, a semejanza de una catedral medieval: la cripta, la nave, el campanario y la aguja.
Creado en 1999 (al saber esto se entiende mejor su nombre), The Millennium Clock Tower debía ser un compendio de lo mejor y lo peor del milenio que acababa. A la vista de sus figuras, cuando menos inquietantes, uno se siente tentado a dejarse dominar por el pesimismo, pero la sensación se diluye en cierto modo cuando el reloj cobra vida: luces de colores se encienden, suena la música de Bach, el conjunto se pone en movimiento y, casi sin poderlo evitar, el público congregado a su alrededor queda cautivado de inmediato.
La cripta (y no es la parte más siniestra)
Para ir desde la Grand Gallery hasta el ala más moderna del edificio hay que atravesar la sala de ciencia y tecnología.
Sobre nuestras cabezas queda condensada de manera espectacular la historia de la aviación. Es así como descubrimos el planeador Hawk y oímos hablar por primera vez de su inventor. El trabajo de Percy Pilcher (1867-1899), pionero de la aviación, sería probablemente mucho más conocido de no haber sido por su prematura muerte.
La que sí es mundialmente famosa es la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta, procedente en concreto de una glándula mamaria.
La zona más nueva del museo está enteramente dedicada a la historia de Escocia contada de abajo arriba, desde los primeros tiempos en los niveles inferiores y subiendo hasta la era moderna.
En el séptimo piso se localiza la azotea, donde crecen plantas autóctonas de Escocia. Tras ellas asoma la ciudad (increíblemente hermosa, sigo sin salir de mi asombro) extendiéndose en todas direcciones.
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