Gran Canaria: esperando a la hora dorada desde las dunas de Maspalomas
Llevamos tres días en Playa del Inglés, en el extremo sur de Gran Canaria, y a estas alturas he perdido ya la cuenta del número de veces que he recorrido el paseo junto al campo de dunas de Maspalomas. Tengo que admitir, sin embargo, que este ondulante mar de arenas doradas me tiene tan fascinada como el primer día.
Un poco de historia (geológica) para hoy.
El campo de dunas de Maspalomas se localiza sobre una extensa llanura aluvial formada hace miles de años por la confluencia de tres barrancos importantes: Fataga, Ayagaures y Chamoriscán.
Durante siglos, sobre esta ancha plataforma sedimentaria se han ido acumulando arenas de distinta procedencia. Por un lado, desde el interior de la isla, los barrancos han transportado materiales erosionados de origen volcánico. Desde el océano, por su parte, son continuamente arrojados a la playa sedimentos originados por la descomposición de organismos marinos.
Hasta aquí la labor del agua. No menos importante es el viento, que desempeña un papel crucial en la formación de las dunas. La arena depositada por las olas, una vez seca, es empujada hacia el interior, donde resulta igualmente fundamental la presencia de los balancones. Estos arbustos actúan como obstáculos, favoreciendo la acumulación de arena hasta crear montículos cuyo tamaño irá aumentando progresivamente.
Y he aquí el origen de las dunas, que llegan a alcanzar los 25 metros de altura.
Y henos aquí de nuevo sobre una duna, casi exactamente en el mismo sitio que el primer día, esperando para despedir una vez más al astro rey.
Me pregunto sinceramente si podría llegar un momento en que fuera capaz de empezar siquiera a cansarme del espectáculo.
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