Creta: el antiguo puerto veneciano de Chania
Anoche, nada más llegar a Chania, nos fuimos directas a dar un paseo por su antiguo puerto veneciano. Entonces, a la luz de las farolas y las animadas terrazas, ya nos pareció de lo más prometedor. Ahora, con el sol brillando en un cielo despejado, comprobamos felices que de día sigue desprendiendo el mismo encanto.
Debemos su apariencia en gran parte a los venecianos, que comenzaron a construirlo a partir del año 1320. Y a la época veneciana debe el puerto su momento de mayor prosperidad, ya que en su tiempo llegó a ser considerado uno de los más importantes centros de comercio marítimo del Mediterráneo.
Los venecianos, sin embargo, no fueron los únicos en dejar aquí su impronta. De hecho, uno de los elementos más reconocibles del puerto antiguo de Chania corresponde al periodo otomano.
Se trata de la mezquita Küçük Hasan, llamada así en honor al primer comandante de la guarnición, aunque también se la conoce por otros nombres, como mezquita de los Jenízaros o también Yali Tzami (mezquita en la orilla del agua).
La mezquita, la primera construida en la isla de Creta tras la conquista otomana, ya no funciona como tal desde hace cien años. En la actualidad se utiliza como espacio para exposiciones.
En la plaza de la mezquita, la de los muchos nombres, se conservan otros restos bastante más antiguos. Pertenecen a la muralla bizantina que protegía la primitiva ciudad, localizada desde sus comienzos en la colina de Kastelli, adyacente al puerto.
Desde esta misma plaza (como casi desde cualquier rincón del puerto, para ser sinceros) se obtiene una vista preciosa del más icónico de los edificios del puerto antiguo de Chania.
Construido originalmente por los venecianos a finales del siglo XVI, el faro egipcio debe su actual forma a la reconstrucción llevada a cabo durante la breve dominación egipcia (1830-1840).
Lo primero que queremos hacer hoy es ir hasta su base recorriendo el largo malecón que protege el puerto. A pesar de que no hay mucha distancia vamos a tardar un buen rato en llegar, ya que las distracciones abundan dentro y fuera del agua.
El paseo a lo largo del malecón nos premia con estupendas vistas del puerto. Como regalo extra, asoman sobre los tejados la torre-campanario y el minarete de la iglesia de Agios Nikolaos (sí, un campanario y un minarete), recortándose, altos y esbeltos, sobre las Lefka Ori (Montañas Blancas).
Desde aquí se obtiene una de las mejores perspectivas de los antiguos astilleros venecianos.
Durante la era veneciana el puerto de Chania tenía dos zonas bien diferenciadas. En la parte occidental, más cerca de la entrada, se llevaban a cabo las tareas de carga y descarga de mercancías. En la oriental, mucho más resguardada, se construían y reparaban los barcos. Con este propósito se crearon los astilleros, que para el año 1599 ya eran 17. Había proyectados otros 5 más justo donde arranca el malecón, pero terminaron quedándose en 3: son los llamados astilleros Moro (por el entonces gobernador Benedetto Moro).
Después de la conquista otomana los astilleros perdieron su función original, aunque no todos compartieron el mismo destino. Mientras que algunos fueron demolidos (9 de ellos en total), otros se transformaron en almacenes militares. Y hay uno que es especial, tanto que ahora parece una mansión. Se trata del edificio conocido como Megalo Arsenali (gran arsenal), al que le añadieron un segundo piso en el año 1872. Antiguamente era el último de la fila de los 17, pero en la actualidad, como dejando bien claro el hecho de que es diferente, se alza apartado de los demás.
En dirección oeste, más allá de los astilleros y de la mezquita, el puerto ofrece vistas de postal. Las antiguas casas venecianas, en su mayoría restauradas, asoman sobre la orilla amontonándose en maravilloso desorden.
La encantadora confusión de casas de colores se prolonga hasta alcanzar la fortaleza Firkas, que domina la entrada del puerto. En una de sus esquinas ondea solitaria una bandera (no tan solitaria en realidad, ya que en su base se concentran los turistas). Esa pequeña plataforma tiene un significado especial, ya que el 1 de diciembre de 1913 tuvo lugar allí una ceremonia en la que se izó por primera vez la bandera de Grecia. El motivo era la celebración de la largamente deseada unión de Creta con el estado griego.
La fortaleza Firkas, cuyo nombre original era Revellino del Porto, fue construida por los venecianos a principios del siglo XVII en un intento de mejorar las defensas de la ciudad frente a la creciente amenaza otomana. Pero, a pesar de todos los esfuerzos, Chania terminó cayendo en el año 1645. Los nuevos conquistadores hicieron buen uso del fuerte, que siguieron utilizando como cuartel. Y entendemos de dónde le viene su nombre actual en cuanto nos enteramos de que la palabra turca para cuartel es firka.
El bastión de Agios Nikolaos, en mitad del malecón que conduce al faro, fue una parte más de las defensas venecianas. Explorar sus ruinas, sin dejarnos ni un rincón, ni un peldaño, ni una abertura hacia mar abierto, nos gusta tanto como las vistas.
Llegar hasta el faro era el objetivo (o más bien la excusa, ya que el paseo en sí es igual de interesante). Y al fin aquí estamos.
Y no tenemos prisa en volver. Seguimos sin cansarnos de la panorámica y, aunque quizás el sol calienta un poco más de la cuenta, sentir la caricia de la brisa marina es un placer.
Pero, una vez en tierra firme, no necesitamos ponernos de acuerdo en lo que vamos a hacer después. Al este del puerto, fuera ya de las murallas venecianas, comienza el barrio de Koum Kapi. Esta parte de la ciudad ha tomado el nombre del bastión y la puerta Sabbionara, en turco Kum Kapisi (puerta de arena) y efectivamente tiene una pequeña playa de arena dorada y aguas cristalinas. Allí nos daremos un buen baño bajo la (quizás) atenta mirada del desgastado león de San Marcos.
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