Tejeda, en el corazón de Gran Canaria


Nos lo habían advertido. El viaje desde la costa hasta el pueblo de Tejeda, localizado casi en el centro mismo de Gran Canaria, es poco menos que una aventura. El hecho de enterarnos de que la distancia por carretera es de unos 50 km, es decir, lo que viene a ser el diámetro de la isla entera si se mide en un mapa, ya nos había preparado para esperar muchas curvas y grandes desniveles.

Y efectivamente, en cuanto empezamos a ascender por el barranco de Fataga el paisaje se vuelve extraordinariamente abrupto. Montañas escarpadas y profundos barrancos se suceden durante todo el recorrido y, como era de esperar, abundan los miradores. Desde el centro geográfico de la isla, que es donde se concentran los picos más elevados, incluso se divisa en la lejanía la gran mole del Teide de la vecina isla de Tenerife.


Resumiendo, se puede decir que el viaje es tan largo como las vistas impresionantes (estoy feliz de no ser yo la que tiene que conducir), pero finalmente llegamos a Tejeda.


Situado a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, el núcleo urbano de Tejeda es uno de los de mayor altitud de Gran Canaria. Esta pequeña localidad se asienta en el extremo oriental de la llamada Caldera de Tejeda, una amplia y accidentada cuenca de unos 17 km de diámetro.


Sobre los montes que circundan el pueblo destacan dos de los monolitos más emblemáticos de la isla. En dirección sur se encuentra el Roque Nublo.


Auténtico símbolo de Gran Canaria, este enorme peñasco de unos 80 metros de altura se alza a 1.813 metros sobre el nivel del mar, por lo que constituye la tercera mayor elevación de la isla, únicamente por detrás (o por debajo) del Morro de la Agujereada (1.956 m) y del Pico de las Nieves (1.949 m).


Hacia el oeste se localiza el Roque Bentayga. Esta inconfundible formación rocosa, imagen inseparable del pueblo de Tejeda, se eleva 1.414 metros sobre el nivel del mar.


Aparte de su valor natural, el Roque Bentayga tiene importancia arqueológica e histórica. Lugar sagrado para los antiguos aborígenes (al igual que el Roque Nublo), junto a su base se han hallado los restos de lo que pudo ser un almogarén, esto es, un espacio donde se llevaban a cabo rituales religiosos. Por otro lado, la zona fue el último reducto de resistencia de los antiguos canarios a la conquista castellana.


Los canarios de hoy en día, amables y hospitalarios como nadie, llevan en Tejeda una existencia apacible. El pueblo es famoso por sus almendros y, como es lógico, por sus dulces típicos a base de almendra. Los golosos, felices y satisfechos, paseamos a lo largo del pueblo y nos vamos asomando a los miradores.


Nos intriga saber por qué se conoce esta cuenca como Caldera de Tejeda. Hace unos 14 millones de años, erupciones muy violentas del volcán en escudo que constituía la primitiva isla de Gran Canaria provocaron el hundimiento de la cámara magmática, creando una enorme depresión.


Erupciones posteriores fueron rellenando progresivamente esta caldera recién formada. La cima plana de la Mesa de Acusa, visible en la distancia, es testigo de un fenómeno de rellenado.


Tras esta etapa de actividad volcánica comienza una de letargo (hace aproximadamente 8 millones de años) donde el relieve se va viendo transformado por la erosión, que irá labrando los primeros barrancos.

Este paulatino proceso de erosión se vio alterado por un segundo ciclo eruptivo (hace unos 5 millones de años) que dio lugar a la formación del estratovolcán Roque Nublo. Este gran volcán, que se estima pudo alcanzar una altura de unos 2.500 metros, también llegaría a colapsar, en este caso por una serie de deslizamientos gravitacionales.

Este segundo ciclo eruptivo fue seguido por otro periodo de inactividad, a partir del cual la erosión nuevamente tuvo tiempo de ir modelando el paisaje, en un dilatado proceso que continúa en la actualidad.



Queremos bajar hasta el fondo del barranco antes de abandonar Tejeda. Admiramos el entorno mientras caminamos cuesta abajo pero recorremos con precaución el último tramo, ya que discurre por el arcén casi inexistente de una sinuosa y estrecha carretera.



Abajo nos espera la Cesta, estratégicamente colocada para enmarcar a la perfección el Roque Bentayga.


No es de extrañar que esta escultura sea la más fotografiada de toda Tejeda.

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