Un paseo y un baño en un río de agua caliente: Reykjadalur en Islandia
Antes de
comenzar este paseo, hicimos una parada en Hveragerði. Esta pequeña localidad islandesa
se encuentra en una zona de intensa actividad geotérmica. Por eso hay muchas
fuentes termales, dentro y fuera del pueblo, y también son frecuentes los
terremotos.
En el
centro comercial pudimos ver una pequeña exposición sobre los efectos que causó
el terremoto (6,3 en la escala de Richter) que sacudió la localidad en 2008. Además
de ocasionar muchos destrozos, afloraron nuevas fuentes termales.
Una parte del suelo era transparente para dejar a la vista una fisura que se descubrió en los trabajos de construcción del centro comercial.
Una parte del suelo era transparente para dejar a la vista una fisura que se descubrió en los trabajos de construcción del centro comercial.
A pesar
de vivir tan amenazados por tanta actividad geológica, en Hveragerði han sabido
aprovechar sus fuentes termales para construir invernaderos donde cultivan
flores, hortalizas y frutas (casi con toda seguridad, todos los plátanos que
nos comimos en Islandia venían de aquí). Pudimos ver algunos invernaderos de
camino al parking donde comenzamos el paseo.
Reykjadalur
(valle de vapor o valle humeante) hace honor a su nombre.
Nada más dejar el coche, ya se veían montones de nubes de vapor ascendiendo del
agua y algunos charcos de barro borboteante. Cruzamos un puentecito de madera,
nos quedamos admirando un rato unos caballitos islandeses y luego comenzamos la
ascensión.
Caminamos
rodeados de preciosas colinas, contemplando infinidad de fumarolas en la
distancia. A nuestra izquierda discurría un arroyo con una bonita cascada.
Inocentes de nosotros, nos pareció una maravilla. No teníamos ni idea todavía de lo impresionados
que nos íbamos a quedar con todas las cascadas que nos esperaban en nuestro
viaje a Islandia.
A medida
que nos íbamos acercando al final de la ruta, nos encontramos en una zona un
poco más llana en la que la actividad geotérmica se intensificaba. Había
multitud de fumarolas y estanques de agua burbujeando. En algunos lugares,
chorros de aire salían con fuerza del suelo, haciendo mucho ruido. Hubo un
momento en que tuvimos que pasar a través de los densos vapores de una
fumarola.
El
camino estaba muy bien delimitado para evitar peligros y había señales de
advertencia. A las ovejas, por supuesto, les daba igual. La verdad es que nos
íbamos a encontrar ovejas por todas partes en este viaje, ya que en verano se
les deja vagar libremente. Al final de nuestras vacaciones, después de haber
visto algunas en los sitios más inverosímiles, estuvimos todos de acuerdo en
que se portan como cabras.
Finalmente,
después de unos 3 km de agradable caminata, nos esperaba el río de agua
caliente. Lo único que quedaba era decidir si queríamos bañarnos en agua más
caliente (río arriba) o menos caliente (río abajo). De entrada daba un poco de
pereza pensar en quitarse la ropa, ya que no hacía calor, pero al final nos
atrevimos y nadie se arrepintió. No es de extrañar que los baños de agua
caliente sean el pasatiempo nacional.
Después
de esta recompensa, sólo quedaba volver por donde habíamos venido hasta
Hveragerði, donde queríamos hacer el picnic. Encontramos un sitio precioso en
la orilla del río Varmá, justo al lado de una cascada que creo que se llama
Reykjafoss. Nos hizo mucha ilusión ver las truchas saltando cascada arriba. Sin
embargo, hacía un poco de frío con tanta humedad, así que terminamos buscando
un sitio más al sol. Aun con todo, fue el final perfecto para una magnífica
mañana de paseo.
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